El enoturismo es algo más que una moda. Disfrutar de la gastronomía atlántica ya es un clásico. En la mezcla de ambos está una de las claves de la oferta diferencial de Vilagarcía, capital de la ría de Arousa y puerto de Compostela.
Vilagarcía pertenece a la Denominación de Origen Rías Baixas, una de las de mayor –y justa- fama en España, no en vano fue también pionera en la organización y señalización de su Ruta del Vino.
En el municipio es posible visitar tres bodegas, las tres en manos familiares: Maior de Mendoza, Pazo de Rubianes y Eladio Piñeiro. Se da la circunstancia de que las tres bodegas bordean el término municipal.
Está al norte, en las faldas del monte Xiabre, lo que le confiere un valor añadido: desde la bodega hay unas espléndidas vistas sobre la ría de Arousa. Sus propietarios fueron pioneros en la moderna vitivinicultura de O Salnés –la principal subzona de la D.O.- y también en la elaboración de albariño sobre lías, lo que le ha valido numerosos premios nacionales e internacionales, entre ellos el de mejor vino blanco español en el International Wine Challenge. Con más 150.000 botellas al año, es la principal de las bodegas vilagarcianas.
Se halla en centro del límite Este del municipio. Además de poseer una enorme plantación –la mayor de O Salnés- que es fácilmente identificable, Rubiáns refuerza su oferta con el hecho de que todo gira en torno a un pazo que se puede visitar, con salones cargados de historia y recuerdos de visitas reales, del mismo modo que sus jardines, declarados de excelencia internacional por sus más de 800 variedades de camelias. Sus vinos tienen la característica de que son “de pago”, es decir, elaborados única y exclusivamente con las uvas que se producen en los viñedos que rodean el pazo, sede del único Señorío que existe en Galicia.
Por fin, la bodega familiar Eladio Piñeiro se emplaza en Vilaxoán, en la frontera sur del municipio. Como en Maior de Mendoza, también desde aquí se puede admirar la ría. Pero lo mejor está en su interior y en su forma de hacer. La familia Piñeiro tiene tras de sí una larga tradición vitivinícola, que traslada a sus caldos, fieles al “terroir” y presentados con exquisito diseño, hasta el punto de que su comercialización se hace a través de “reserva privada”.
En cualquier caso, si el buen beber está garantizado, el buen comer no se queda atrás. Pero antes de dejarse llevar por las suculentas tentaciones que nos ofrecen los restaurantes de Carril, de Vilagarcía y de Vilaxoán, siempre con productos de mercado y de la ría, mejor es acercarse a esas provocaciones a los sentidos en su medio natural.
Podrá hacerlo participando de una ruta marisquera en Carril, donde usted mismo podrá recolectar almejas y berberechos; podrá hacerlo también acercándose en barco a las bateas de mejillón o allí donde se practican las artes pesqueras para capturar lampreas, anguilas y otros peces de la ría; y podrá hacerlo, por fin, visitando la conservera tradicional de “Los Peperetes”, en Carril, donde comprobará el mimo que se pone en convertir una vianda recién llegada del mar de Arousa en una conserva delicatessen.
Una visita a la lonja de Carril es el complemento perfecto para acercarse a la realidad productiva de la ría, del mismo modo que a la plaza de abastos de Vilagarcía, donde olores, sabores y colores se mezclan en una paleta que le será difícil olvidar.
Y ya si quiere subir la nota, no dude en visitar cualquiera de las seis gastrotiendas que hay en la ciudad. Todo lo que vio y vivió antes podrá llevárselo a su casa para extender el recuerdo: vinos, conservas, pastas, mermeladas, infusiones…
todo con la alta calidad que certifica la ría más productiva del mundo y una de las denominaciones de origen más reputadas del panorama vitivinícola internacional.
Por último, si coinciden durante su estancia, no deje de visitar la Feira de las Tapas (septiembre) o la Feria Independiente del Vino “Castes” (noviembre). En cualquiera de las dos se va a enterar de lo que es bueno.
