Fiestas

Con mucho interés

Desde que en 1698 se creó la Cofradía de San Roque, como agradecimiento a la intercesión que el santo de Montepellier hizo a favor de los vilagarcianos en su lucha contra la peste, han pasado más de 300 años. Tiempo más que suficiente para que los descendientes de aquellos que organizaron las primeras fiestas patronales fueran capaces de perfeccionarlas hasta lograr, como así lo hicieron en 2006, que fueran reconocidas como “de interés turístico nacional”.

En efecto, hoy son pocas las personas que no han oído hablar de la famosísima Fiesta del Agua, que se celebra cada 16 agosto, para regocijo acuático de las hasta 50.000 personas que acuden a la cita de los más diversos lugares. Con su pregonero, sus camiones de bomberos y sus más sui generis artilugios para mojar al prójimo, la fiesta del agua comienza cuando el santo se recoge en su capilla, en torno a las doce de la mañana, y acaba no antes de las cuatro de la tarde, tiempo más que suficiente para dejar todo, y a todos, pasados por agua.

Pero San Roque es más, mucho más, que la fiesta acuática por excelencia. Empezando por el propio traslado del santo desde la iglesia parroquial a la capilla. Una multitudinaria procesión entre cívica y religiosa que el patrón celebra “bailando” al son del pasodoble Triunfo.

Pero San Roque es más, mucho más, que la fiesta acuática por excelencia. Empezando por el propio traslado del santo desde la iglesia parroquial a la capilla. Una multitudinaria procesión entre cívica y religiosa que el patrón celebra “bailando” al son del pasodoble Triunfo.

Durante diez días los eventos se suceden: conciertos gratuitos de solistas y grupos nacionales y gallegos, normalmente en el parque de A Xunqueira, donde también hay una feria de artesanía. Un festival internacional de clown, el Festiclown, que reúne en las calles a miles de personas atentas a acrobacias y espectáculos de humor, marionetas y magia. Verbenas, carruseles, pasacalles… Hasta una semana de cine.

De todo cabe en San Roque, que, por si fuera poco, tiene su antesala en el Festival Revenidas.

El momento del Combate Naval, un festival pirotécnico que recrea, en la playa, el asalto al puerto del Callao, en Perú, en 1866.

Las fiestas patronales tocan a rebato en el siguiente sábado a San Roque. Es el momento del Combate Naval, un festival pirotécnico que recrea, en la playa, el asalto al puerto del Callao, en Perú, en 1866. Fuegos acuáticos, varios barcos que atacan, un castillo que se defiende, así es un espectáculo que reúne, durante media hora y en los arenales de A Concha y A Compostela, a más de 30.000 personas.

Ese mismo fin de semana se celebra, en Carril, la fiesta de su reconocida Almeja. También con pregón propio, desfile de cofradías gastronómicas y actividades de animación, el grueso de la fiesta se concentra, sin embargo, en la degustación popular de miles de raciones de almejas a la marinera regadas con el albariño de una bodega local.

Al sábado siguiente, y cerrando el gran ciclo festivo, es el turno de la Noite das Meigas: una decena de poblados “meigos”, habitados por otras tantas asociaciones, se desparraman por el centro de la ciudad para ofrecer a sus visitantes rosquillas, chorizos y otras viandas y, sobre todo la purificadora queimada y su correspondiente conjuro para celebrar la vida vivida y la que queda por vivir.

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