Vilagarcía, como tantos otros municipios costeros de las Rías Baixas, centra buena parte de su oferta turística en los meses del verano. Sin embargo, hay un hecho que la hace diferente: su capacidad de generar eventos durante todo el año. Cualquier momento es bueno para conocer y disfrutar de la ciudad, pero casi siempre hay algún acontecimiento que genera un valor añadido. Y casi siempre muy distintos de lo que en principio se podría esperar.
Después de haber despedido el año a las 12 del mediodía en un acto multitudinario con reparto gratuito de cava, uvas y cotillón, todo aderezado con música y performance bajo un reloj –el de la casa consistorial- con casi un siglo y medio de existencia, el nuevo año comienza con una de las mayores cabalgatas de Reyes de Galicia. Viene después, en febrero o marzo, el Carnaval, con su concurso de comparsas, su populoso desfile, al que acuden grupos de toda la provincia.
En marzo o abril, coincidiendo con la Semana Santa, es el momento de los torneos de base, especialmente de fútbol y baloncesto, que atraen a la ciudad a centenares de jóvenes deportistas y sus familias. Justo antes de la Semana Santa es el tiempo, también, del ciclo Achégate ao Salón, en el decimonónico y coqueto Salón García, que acoge conciertos de pequeño formato.
Arranca con el ancestral concurso de “maios”, figuras escultóricas hechas con elementos vegetales que anuncian el cambio de ciclo en el campo y en la meteorología. Porque son tiempos de mudanza, también por eso es el momento del Ágora Vermú, otro ciclo de conciertos de pequeño formato pero ahora en la calle y no bajo cubierto. A finales de mayo llega Santa Rita, la segunda fiesta más importante de la ciudad; al amparo de la romería en honor de la abogada de imposibles hay conciertos, verbenas, animación de calle y un mercado celta.
Con Santa Rita, llega el anuncio de que el verano está a la vuelta de la esquina.
Entre finales de junio y principios de julio se celebra el Clasclás, el Festival Internacional de Música Clásica que atrae a mentores y jóvenes intérpretes de varios países del mundo para compartir experiencias y aprender, pero también para ofrecer conciertos inolvidables en los pazos de A Golpelleira y Rubiáns o la iglesia de San Cristóbal. Única también es la convocatoria, justo después del Clasclás, del Festival Internacional de Blues, Vilablues, que reúne a figuras nacionales e internacionales de este género, en una cita única en Galicia. Y casi solapándose con este, el Varietés, un ciclo de nuevos conciertos organizado por los hosteleros de una de las calles de más animación, Méndez Núñez.
En julio también es el momento de las fiestas del Carmen y el Apóstol, en Vilaxoán y Carril, con su procesión marítima y su antiquísima danza de las espadas, respectivamente. Poco después, la siguiente cita: Ás 9 na praia (“A las 9 en la playa”), unas jornadas chill-out en el arenal de A Concha, para disfrutar de música relajante y un buen combinado mientras el Sol se esconde por la Sierra del Barbanza.
San Roque y su perro son los protagonistas indiscutibles del verano
El mes sin descanso: San Roque, la Fiesta del Agua, la fiesta de la Almeja de Carril, el Festival Revenidas en Vilaxoán, el Combate Naval –una exhibición pirotécnica con más de 150 años de antigüedad-, el certamen (también internacional) Festiclown, la Noite das Meigas…
El ritmo baja un poco en septiembre, pero no por ello es menos atractivo: la romería Folk no Alobre, en el jardín botánico Valdés Bermejo, y el festival Ameixa Rock, en Carril, ponen la música; la Feria de Tapas, en el parque Miguel Hernández, la gastronomía gourmet; y el EncestaRías, el deporte, juntando a cuatro equipos ACB justo antes de que comience una de las mejores ligas de baloncesto de Europa.
En Octubre llega Curtas, el Festival Internacional de Cine y Banda diseñada, decano en Galicia. En noviembre el protagonismo se lo lleva la Semana Micológica y la Feria del Vino Independiente Castes, que reúne a bodegas de Galicia, Portugal, España, Francia e Italia.
En diciembre llega Fexturrón, un gran salón de ocio que aúna en el pabellón ferial, desde principios de mes y hasta después de Reyes, una pista y un tobogán de hielo con autos de choque, carruseles, cuentacuentos, talleres de animación… y todo a precios realmente populares. Como dijimos, el 31 toca tomar las uvas con familiares y amigos en plena calle, al mismo tiempo que en las antípodas, en Nueva Zelanda. Y después, vuelta a empezar…
