Con probable origen en una fortaleza medieval, A Golpelleira se convirtió en pazo en el siglo XVI para sufrir una notable transformación a finales del siglo XIX adoptando su peculiar forma actual, que denota la suma de edificaciones de distintas épocas. Dominando desde siempre un vasto territorio, no en vano figuraba como “quinta” en distintos planos antiguos, hoy A Golpelleira es una suntuosa residencia que sirve de escenario para los más variados eventos.
Desde hace varias generaciones pertenece a la familia López Ballesteros, muy ligada a la Corte. Uno de sus ascendientes, Luis López Ballesteros, es un personaje clave no sólo de la historia de Vilagarcía sino también de España. De Vilagarcía, porque fue él quien organizó el levantamiento del pueblo –el primero en Galicia- contra la invasión francesa en 1808. Y de España, porque después llegaría a ser ministro de Hacienda entre 1823 y 1832. A Luis López Ballesteros se debe la creación de la Bolsa de Madrid, el Código de Comercio, la Inspección Fiscal de Aduanas y el Banco Español de San Fernando, por todo lo cual se le considera el fundador de la moderna Hacienda española.
Por esa misma razón, el pazo de A Golpelleira no sólo tiene un alto valor artístico, sino también histórico y documental. Y es que al legado de Luis hay que sumar el de su hijo, Diego López Ballesteros, presidente del Congreso y ministro de Ultramar, y de su nieto, Salvador Quiroga y López Ballesteros, ministro de la Gobernación con Alfonso XIII y delegado regio en la cesión de la isla de Cortegada al monarca.
Del pazo de A Golpelleira destaca especialmente la capilla, dedicada a la mexicana virgen de Guadalupe. Desde la Guerra de Independencia el templo guarda en depósito una imagen de San Miguel que pertenece al contiguo lugar de Trabanca y que cada año, el 29 de septiembre, coincidiendo con la festividad del santo, los vecinos sacan en procesión.
Igualmente, de A Golpilleira sobresalen sus jardines. De traza francesa, el espacio se complementa con notables ejemplares de árboles autóctonos y tropicales, que compiten con soberbios ejemplares de camelia, y zonas con encanto como el cenador, el estanque, el crucero o el invernadero de estilo inglés.
Hoy, las nuevas generaciones de los Remírez de Esparza y López Ballesteros, descendientes de aquel prohombre de nombre Luis, han dado un giro a la evolución del pazo para acoger acontecimientos de diverso tipo, lo que facilita no sólo su conservación sino también su visita.
