Dentro del catálogo de monumentos de Vilagarcía de Arousa, la iglesia de Fontecarmoa siempre se consideró como la cenicienta. Y, sin embargo, es -al menos en origen- uno de los más antiguos, pues su traza primitiva data del siglo XII, aunque su aspecto actual procede del XVI.
Su origen, por tanto, es románico y eso lo denota especialmente el ábside, al que se accede a través de un arco de medio punto decorado con dos sobresalientes capiteles. También en el exterior se pueden admirar algunos canecillos igualmente medievales, que representan figuras en posturas a veces inverosímiles.
Con todo, lo que más llama la atención en una estructura muy sencilla de nave única son los restos de pinturas murales que se hallan en su interior, datadas en el siglo XVI, y que representan una Anunciación, la Santa Faz y las figuras de los apóstoles Pedro y Pablo. Del mismo modo, son relevantes varias tallas de madera policromada, entre ellas la de Cristo en Majestad que se sitúa en la saetera del ábside, presidiendo el templo, y una representación de Santa Lucía que a decir de muchos es, como la misma iglesia, de origen románico.